La primera inyección letal

El 7 de diciembre de 1982, en el estado de Texas (EEUU), Charles Brooks fue tumbado y atado a una camilla de la prisión de Huntsville y, en unos 7 minutos, fue ejecutado con la primera inyección letal legalizada.

El caso de Brooks es, como mínimo, llamativo. En diciembre de 1976 Charles Brooks robó un coche de un almacén de coches usados con su vendedor David Gregory dentro. Brooks recogió a su amigo y cómplice Loudres Woody y, en un motel, ataron a una silla al vendedor de coches y lo mataron de un tiro en la cabeza. Cuando fueron detenidos por el crimen ninguno de los dos confesó haber disparado el arma. Sin embargo, a Woody se le dio la opción de bajarle la condena si confesaba el asesinato. Loudres Woody fue condenado a 40 años y Charles Brooks a pena de muerte sin saber claramente si fue él o no el autor directo del asesinato. Quizás tenga algo que ver en la dura condena de Brooks la época en que fue, los años 70-80, y que era un hombre de raza negra… ¿Quién iba a ser si no el primer condenado a muerte por inyección en un estado americano tan anclado al pasado como Texas?

Muchos piensan -o, mejor dicho, pensamos- que la inyección letal viola las garantías de la Constitución e incluso los Derechos Humanos, de ahí el gran debate desplegado en EEUU.

Dinámica de la ejecución por inyección letal

La inyección está compuesta por un auténtico cóctel mortal de 3 fármacos: pentotal sódico, un anestésico que elimina el dolor y hace perder el conocimiento, bromuro pancuronio que detiene la respiración al paralizar el diafragma y relaja los músculos, y cloruro de potasio que colapsa los pulmones y provoca el paro cardíaco, detiene el corazón instantáneamente. El objetivo principal por el que se creó este nuevo método fue porque provocaba una muerte rápida, sin dolor y, por tanto, “más humana”, ya que la electrocutación de la silla provocaba un inmenso sufrimiento; también porque para los asistentes a los asesinatos era desagradable el espectáculo… Sin embargo, muchos testigos de estas ejecuciones declaran haber visto a los ajusticiados convulsionarse, por lo que empezó a sospecharse de la verdadera efectividad de la inyección como muerte instantánea. Los expertos en la materia dicen que la razón es que la anestesia introducida es insuficiente, que a aquellos sujetos de mayor peso el pentotal no los anestesia. Parece que tampoco el cloruro potásico paraliza el corazón de forma fulminante, produciéndose entonces la muerte por asfixia. Por lo tanto, los ejecutados sienten todo lo que les está pasando, sufren mucho dolor (en algunos la agonía se ha prolongado 45 minutos). Además, a veces o no le encuentran la vena buena o los espasmos expulsan la aguja o el aparato se atasca, etc.

En septiembre de 2009 el condenado a muerte Romell Broom sobrevivió a la inyección letal -aunque lo acabaron ejecutando una semana después-. Broom describió el dolor que sintió al no hacerle efecto el cóctel de drogas, además de que le tuvieron que pinchar unas 18 veces en diferentes partes del cuerpo.

El lugar donde se lleva a cabo la ejecución por inyección tiene las paredes de cristal, pudiendo ver el proceso desde fuera todo el que quiera (www.ciencias.ies.bezmiliana.org)

El lugar donde se lleva a cabo la ejecución por inyección tiene las paredes de cristal, pudiendo ver el proceso desde fuera todo el que quiera (www.ciencias.ies.bezmiliana.org)

La inyección letal no es una muerte indolora y no es, como se puede pensar, más humana que la silla eléctrica o la cámara de gas. Esto demuestra que los estados estadounidenses en los que está legalizada la pena de muerte no son mejores, por ejemplo, que la Alemania nazi, donde realmente se creó la inyección letal (usada en los campos de concentración).

Junto a Japón, Estados Unidos es el único país democrático que sigue aplicando la pena de muerte. Sin embargo, los informes del FBI demuestran que las ciudades estadounidenses con mayor índice de criminalidad son de los estados que aplican la pena de muerte, lo cual es una auténtica incongruencia.

Eliminar de primeras la posible reinserción, la venganza o el ojo por ojo como método principal del sistema, la presentación como un espectáculo que cualquiera puede ver (incluso el hecho de televisarlo)… son aspectos de la inyección letal y, en general, de la pena de muerte que presentan este sistema como forma de reafirmación brutal ante la sociedad, como si el país quisiese decir “podemos hacer lo que queramos con cualquiera de vosotros”. Entendedme, no estoy defendiendo a los criminales ni a los asesinatos, pero si hacemos lo mismo que ellos todos nos convertimos en salvajes.

10 comentarios en “La primera inyección letal

  1. rebecaaparicio dijo:

    ¡Qué post más interesante! Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho, sobre todo con lo de que «si hacemos lo mismo que ellos todos nos convertimos en salvajes». No tiene sentido resolver la violencia con más violencia…

    P.D. No tenía ni idea de que Japón también aplica legalmente la pena de muerte O.o

  2. naufrago dijo:

    deberia garantizarse una muerte indolora completamente.es el derecho fundamental que se deberia aplicar sin excepcion a todo ser humano.

    • mariantristan dijo:

      Totalmente de acuerdo contigo Náufrago. Que existan personas a las que les guste el dolor ajeno, que disfruten viendo el dolor del moribundo me parece denigrante para el ser humano. La muerte sin dolor debería ser un derecho.
      Gracias por tu aportación :-)

  3. Azucena dijo:

    Dejando a un lado la obvia violación de los derechos humanos que supone la pena de muerte (motivo mas que suficiente para estar en contra) hay que resaltar que no es, ni debería ser aceptada, por ningún gobierno ya que NINGUN sistema judicial es infalible. No se puede devolver la vida a un inocente asesinado, siendo este hecho igual de vejatorio independientemente de quien lo orqueste y de su escenario.
    Yo soy familiar de una víctima de asesinato y no quiero que el culpable sea también asesinado, no me traería mas paz ni mas descanso.
    Además no es una solución que reduzca la criminalidad (es mas en muchas ocasiones la aumenta) y supone un elevado coste a la sociedad (mayor que la cadena perpetua o las largas condenas, a no ser que se violen aun mas los derechos y se ejecute al reo de forma inmediata o en corto periodo de tiempo -menos de un año- y sin posibilidad de apelación).
    A modo de reflexión personal, ¿no es la pena de muerte una venganza por la rabia y el odio que se siente hacia el culpable?, a los fallecidos no se les compensa por el daño recibido con la sentencia. Creo que habría que tener claro que la justicia es eso, JUSTICIA, no venganza.

    • mariantristan dijo:

      La pena de muerte es una venganza que supuestamente deja «tranquila» y «en paz» tanto a la familia de la víctima como a la sociedad (hay uno menos por el que preocuparse…), no un acto de hacer justicia. Matar a un asesino sigue siendo un asesinato, no por ser el gobierno quien lo ejecute es mejor.
      Muchísimas gracias Azucena por tu comentario. Ha sido un placer leer tu opinión sobre el tema y más aún cuando tienes una experiencia personal -por desgracia- que contar sobre ello. Encantada de leerte ;-)

    • mariantristan dijo:

      La inyección letal es un gran riesgo para todos, pues en muchos casos inocentes han sido ejecutados…
      Muy interesantes estos enlaces Susi, gracias por ponerlos!

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